domingo, 11 de noviembre de 2012

XXIX

Nadie me aviso que esto pasaría. Un día eres un chaval viendo la televisión y jugando videojuegos, y casi al día siguiente, eres un adulto con bigote (o algo parecido), obligaciones y tarjetas de crédito (y por supuesto, todavía jugando videojuegos).

Yo estaba seguro que algún día seria adulto y hasta me llegue a preguntar la ya tan trillada ¿Que vas a hacer cuando seas grande?, pero para mi eso estaba lejano. No era algo de lo cual tuviera que preocuparme demasiado, y por supuesto, nada de lo cual creyera que tuviera que hacerme cargo en ese entonces.

Muy a pesar de todas las veces que preferí ver algún dibujo animado a las noticias de ultima hora, resulta que en algún momento, el cual sigo sin tener muy claro cuando fue, me convertí en este hombre complicado que ahora soy.

Me di cuenta que la madurez no necesariamente llega con la edad y que el tiempo a fin de cuentas solo transcurre. No te da ni te quita nada, solo que siempre es mas fácil culparlo de lo que por convicción dejamos atrás, o algunas veces le damos el crédito de lo que cosechamos, cuando no es mas que el resultado de lo que antes sembramos.

No me malinterpreten, tengo tanto que agradecer a la vida, la energía, la fuerza, a Dios o como ustedes quieran llamar a eso que todos sentimos que esta por encima de todos nosotros y nuestro limitado (pero no por eso menos fascinante) entendimiento del universo.

Hoy, después de tantas idas y vueltas, puedo decir que el balance es bastante positivo y que pinta para mucho mas. Aun buscare algunas causas perdidas y aprenderé alguna que otra cosa que seguro después voy a olvidar. Hoy quiero decir que me comprometo a dejar huella de que estuve aquí y a devolverle al universo aunque sea un poquito de todo lo que se me ha dado. Porque 29 no es tanto ni tan poco, es solo el comienzo.