viernes, 31 de julio de 2015

Ojalá

Ojalá y pudieras ver lo que yo veo. Me encantaría mostrarte, por ejemplo, la ruta que encontré por tu espalda, después de extraviarme cuando paseaba por tu cuello. Ojalá pudieras ver el paisaje y maravillarte con esas pequeñas pecas que nacen en tus hombros.

Ojalá y pudiera llevarte conmigo a la aventura de tu boca. Ese sitio ideal para la sorpresa, donde podríamos disfrutar de su calma o maravillarnos con su tempestad. Sería estupendo si pudiera guiarte por el atajo que hay de tu boca al lóbulo de tu orejita izquierda.

Ojalá y fuera posible que me acompañaras a acampar a tu pecho. Creo que podría enseñarte la belleza arquitectónica del lugar y seguro que podría invitarte a perdernos en alguno de sus místicos senderos. Es más, creo que podríamos hasta prolongar la estadía y aprovechar para visitar algunos otros sitios interesantes de las cercanías.

Ojalá y supiera explicarte que cada pedacito de ti es perfecto para mí. Que no creo en recetas, medidas o especificaciones de ninguna naturaleza y, lo que es más, que tú tampoco deberías. Me encantaría que supieras como cada camino, cada destino y cada accidente no hacen más que enamorarme más y más.

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